Cualquiera al que se le pregunte por la escuela, hoy en día, lo primero que le viene a la cabeza es la imagen de un grupo de estudiantes sentados de forma ordenada y mirando hacia delante, atendiendo a lo que un adulto experto les está transmitiendo.
El conocimiento en las aulas se mueve por un canal unidireccional y debe ser absorbido por el receptor sin ningún tipo de feedback y por supuesto con nada o muy poco de aprendizaje significativo.
Pero, ¿qué es la escuela real?
El Siglo XXI es el siglo del cambio en la educación. La crisis económica, las nuevas tecnologías y el aumento vertiginoso del volumen de información a la que todos podemos acceder son algunos de los impulsores de este cambio que tanto tiempo ha debía haberse producido.
La escuela ya no puede ser más un lugar en el que uno recibe información para repetirla, la escuela real es un lugar parecido a una empresa de nueva creación, donde un grupo de jóvenes crean, trabajan en grupos y por proyectos asumiendo la responsabilidad de su propio aprendizaje y los adultos son guías y consejeros.
El momento en el que aprender es un placer y no una obligación es ya, podía haber sido antes, pero ya no hay excusas que valgan, los maestros están reclamando un reconocimiento que pasa por su propia profesionalización y los padres y alumnos están exigiendo una educación más acorde con la realidad y que les enseñe a disfrutar del proceso de enseñanza y aprendizaje.
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